Toda actividad humana implica riesgos. Desde las más sencillas acciones personales hasta las complejas operaciones de negocios, llevan implícitas un componente de incertidumbre que debe comprenderse y ser correctamente manejado.
Aún cuando no esté explicitado es bien conocido y generalmente aceptado el concepto de “a mayor riesgo mayor beneficio” que aplica a cada actividad de negocios. La cuestión es cómo cuantificarlos y tomarlos como aceptables para el desarrollo de las actividades de un negocio.
Pese a sus esfuerzos, la mayoría de las organizaciones fallan en la correcta evaluación y cuantificación de los riesgos y del impacto que estos pueden tener en sus actividades, produciendo un escenario en el cual se enfrentan a riesgos para los cuales carecen de los procedimientos y recursos para medirlos, gerenciarlos y mitigar las consecuencias.
Por eso, todas las organizaciones empresariales deben contar con mecanismos adaptados a sus necesidades y capacidades que permitan lograr el mejor balance entre rentabilidad y seguridad. Así deben crearse y establecerse procesos “a medida” para cada organización y ajustarse con regularidad a las nuevas realidades que la dinámica cambiante que cada negocio imponga.
Si bien no hay reglas establecidas que deban seguir estos procesos o mecanismos, debe considerarse que un buen gerenciamiento de riesgos implica los siguientes puntos:
Que los riesgos se identifican de modo tal que resulta claro cómo tratarlos
Que es posible ver el cuadro completo de los riesgos involucrados
Que se conocen cuáles son los más críticos y se prioriza su tratamiento en orden de importancia
Que deriva en el desarrollo de un Plan de Gerenciamiento de Crisis para asegurar la continuidad del negocio frente a los riesgos de más probable ocurrencia
Para contar con un eficiente proceso de Gerenciamiento de Riesgos es fundamental considerar 4 principios básicos que deben seguirse en toda organización, independientemente de su tamaño, propósito o tipo de actividad:
Comprender e internalizar en los niveles de decisión que el tratamiento de los riesgos y sus impactos deben ser parte del proceso de toma de decisiones de la mesa directiva.
Fijarse como objetivo que la organización desarrolle una cultura de gerenciamiento de riesgos que incluya a todo su personal y a personas u organizaciones relacionadas.
Establecer un procedimiento que asegure que la información relativa a los riesgos y su tratamiento se distribuya correctamente de acuerdo con el principio de “Necesidad de Conocer” (Need to Know).
Mejora continua y rediseño frecuente de los procedimientos involucrados.
Algunas organizaciones que, por su volumen de negocios, deben ajustar al máximo sus presupuestos tienden a no considerar las necesidades del tratamiento de los riesgos que su actividad implica. Esto muchas veces genera consecuencias negativas para la continuidad de las actividades. Este presunto ahorro trae aparejado graves daños al personal, a las actividades o a la reputación de la organización, que puede en algunos casos implicar grandes pérdidas o incluso su desaparición.
Si los presupuestos no permiten contar con una estructura propia para el Gerenciamiento de Riesgos es recomendable contar con asesoría externa. En todos los casos este “gasto” se convertirá en una inversión que permitirá un mejor y más seguro desarrollo del negocio.
La Seguridad no es un slogan, es nuestro compromiso.
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